miércoles, 28 de octubre de 2009

Ver pasar constelaciones...

Van pasando lentamente las constelaciones sobre mi cabeza. El escorpión hunde su cabeza sobre el horizonte al caer la tarde dejando su aguijón dispuesto hacia el norte.
Han pasado las fiestas patronales. “Mucha gente”, comentan algunos. “¡Lindas las carrozas! Nó?” dicen otros. “¡Y menos mal que la virgen nos mandó la lluvia!” asevera un tercero.
Así es, las fiestas pasan y los comentarios quedan. Los inconformistas de siempre con un reguero de insatisfacciones que nadie nunca jamás podrá cumplir, un hueco muy grande que nadie puede llenar porque de por sí su instinto los lleva a criticar todo y ver en todo que está mal según su punto de vista.
El tema es que la vida en el pueblo sigue, con un ánimo distinto después de las fiestas, y si llueve, como lo ha hecho ahora, la alegría se nota en el rostro de sus habitantes.
Las actividades se desarrollaron con toda normalidad. Para muchos, es un momento especial en el año, tal vez como navidad y fin de año, en que se reencuentran con sus familiares lejanos y amigos dispersos en la geografía de argentina. Las fiestas patronales vienen a ser la excusa perfecta para volver al pago, reencontrarse con sus raíces, su pasado, su gente, sus calles de niños.
Leyendo en algunos blogs por allí pude encontrar una inmensa cantidad de riosequenses dispersos por todo el país que están anhelando constantemente poder volver. Otros que habiendo tenido sus abuelos originarios en la villa, intentan descubrir qué es ese Rio Seco que tanto les cuenta el abuelo o la abuela…
Muchos extrañan el cielo, o las mañanas de octubre, el Rosario de la Aurora que despierta a los habitantes a las 6 y media de la mañana con las campanadas de la iglesia llamando a la oración. Y no puedo dejar de recordar a un vecino venido de otra ciudad a vivir a ésta tierra, que una vez al menos tuvo la intención (y la hizo pública) de denunciar al cura por “ruidos molestos”. Queda como una anécdota, para los que somos de acá es natural que así sea porque estamos de fiestas patronales, pero quien no conoce o desconoce el motivo no puede llegar a comprender todo el significado del mismo.
Y las fiestas patronales vienen a ser la excusa real, cierta, concreta para volver al pago. La Virgen del Rosario, la Cautivita, es la que sigue aunando el pueblo, dándole un motivo cierto para regresar. Así lo ha sido a lo largo de los años y está reflejado en la historia.
Voy a citar textualmente: “A mediados del siglo XVII, en los confines de las jurisdicciones de Córdoba y de Santiago del Estero, tenía su estancia Mateo Barrera, propietario de la misma ya en 1616. Con posterioridad a este año, había en el lugar una ermita donde se veneraba la "milagrosa" imagen de Nuestra Señora del Rosario. Allí la visitó el obispo del Tucumán Fray Melchor Maldonado de Saavedra (1632-1661), según se afirma en el acta notarial labrada el 8 de enero de 1657. Aunque no he encontrado documentos que lo afirme, todo hace pensar que, dada la cualidad de “milagrosa” de la imagen y la concurrencia del lugar, por consiguiente, de muchos peregrinos, el citado obispo orden la mudanza, desde el paraje aislado de la ermita, a otro sitio más accesible y poblado y que poseía un recinto sagrado de mayor tamaño como era la capilla que Domingo Gómez tenía en su establecimiento de campo. Esta propiedad, bautizada poco tiempo después con el nombre de Nuestra Señora del Rosario, estaba dedicada principalmente a la cría de mulas, vacas, cabras y ovejas. Probablemente en ese mismo año de 1657, fue realizado el traslado.
Esta antiquísima afingie marina tiene 0,67 mts. de alto y es de las llamadas "imagen de vestir". Constituye su cuerpo un tronco de madera dura y pesada de forma cuadrangular cubierto con el ropaje y manto de la Virgen. Los brazos articulados mantienen entre sus manos al Niño Jesús. Ciñe la cabeza la corona dorada, asentada sobre una cabellera de pelo natural. El rostro, de pintura pálida y cuarteada, denota el paso del tiempo. Es una obra de imaginería muy sencilla y de acuerdo a la realidad que vivían nuestros mayores en aquel tiempo...” Esto comenta Alejandro Moyano Aliaga en su “Orígenes de Villa de María del Río Seco” en una de las cartillas editadas por la Junta Provincial de Historia de la Provincia de Córdoba. Y sigue diciendo “La capilla de Domingo Gómez cumplía la función de viceparroquia del curato de Sumampa y el día 30 de setiembre de 1657, el anciano sacerdote licenciado Juan de San Miguel y Arevalo, "cura doctrinante de la sierra", unió en matrimonio, "con el concurso de mucha gente española", a María Alvarez de Astudillo, natural de Santiago del Estero, hijo de Juan Alvarez de Astudillo y de doña Andrea del Peso.
El 17 de noviembre de 1686, en su estancia de San José, doña María Romero, natural del Cuzco y viuda de Antonio de Bustamante, otorgó su testamento y dispuso ser sepultada en la capilla de Nuestra Señora del Rosario "junto a la pila de agua bendita donde está enterrado mi marido". Este matrimonio es tronco de la antigua familia Bustamante del norte de Córdoba.”
Como se puede apreciar, la devoción a la Virgen del Rosario viene de vieja data. Siempre ha sido así y continúa siendo, es algo inherente a nuestra cultura y raíz. Como el nombre de Río Seco. Hasta el día de hoy no es posible nombrar el pueblo con su “nombre legal” sino que viene a ser siempre el “Río Seco”, tal vez por aquello de que Quillovil en lengua aborigen significa río seco o lecho de arena sin agua, dos acepciones que se acercan a lo que hoy especialmente tenemos en el vado. Una arena apenas húmeda con muy poco agua. Para los fines legales “Villa de María” por aquello de que heredamos el nombre de la Madre, a los fines prácticos, Río Seco a secas.
Y tanto es así que en muchas oportunidades he conocido de situaciones complicadas cuando la correspondencia en vez de ser enviada a nuestra villa, era enviada a la ciudad homónima de Villa María distante trescientos kilómetros de aquí. A mí mismo me tocó una vez tener que hacer cambiar la dirección que había dado en la cual denominaba a la Villa de María como destino, por la de Río Seco. El operador que me atendía me sugirió que así lo hiciera porque era más conocido con ese nombre. El hecho no pasaría de ser anécdota a no ser porque este operador se encontraba en Capital Federal, no conocía personalmente el lugar pero lo había sentido nombrar a algunos compañeros de trabajo. Así que ahora me llega toda la correspondencia, mis suscripciones, a la dirección de Río Seco como localidad de destino.
A esta hora en que Antares ya está descansando su recorrido por el oeste, comienzo a cerrar el archivo. Descubro asombrado hacia el norte que la constelación de Andrómeda muestra en todo su esplendor a la maravilla de galaxia que lleva su nombre. Una maravilla que no todos pueden contemplar en las grandes ciudades y que desde acá es posible hacerlo a simple vista. Siempre me maravillaré del cielo de mi pueblo.